La danza en particular es el arte que más plenamente plasma este principio. Operando en el terreno de lo sugerente antes que lo evidente, la danza postula a la creación de un mundo sensible a partir de las funciones de la fuente de percepción fundamental: el cuerpo.
No se me hace posible encontrar algo más sugerente que el movimiento corporal, sus disposiciones, capacidades y relaciones.